Política argentina: ¿Qué carajo está pasando?

Un segundo batacazo en este inusual año de elecciones y sus inminente consecuencias nos da para pensar qué carajo está pasando en el plano político nacional. Cómo explicamos el arrebato electoral de Milei en las PASO, cómo explicamos la remontada de Massa y cómo se puede comprender la humillante derrota y debacle de Juntos por el Cambio. 

No hubo tiempo de hacer números electorales para poder llegar a prever quién será el vencedor el 19 de noviembre ya que se vino una tormenta mediática postelectoral en la que se desarrolla un intenso ballet entre los vencedores y los vencidos. 

En este artículo vamos a intentar acallar un poco el bullicio y ver los números que dibujan el futuro de nuestra nación. No es la intención de la nota hacer una análisis preciso y científico de los números electorales, sino más bien una explicación a groso modo de cómo nos estamos comportando electoralmente los argentinos. 

Se habló mucho de una elección de tercios, ¡y lo fue! Pero aquí lo nuevo a ver es que en realidad, Argentina se viene comportando en un país que viene votando en tercios hace un tiempo y esa dinámica aún tiene eco en un panorama binario como un balotaje. Como dijimos al principio, no vamos a hacer un análisis estadístico pormenorizado, sino que vamos porciones de electorado con un fin netamente didáctico y para descubrir algo nuevo en lo qué viene pasando. Vamos al grano.

Antecedentes

Pareciera que la torta democrática se viene cortando en tres desde hace un tiempo. Un tercio va para un núcleo duro peronista, otro tercio al antiperonismo y el tercio final serían los “indecisos” o “neutros”. La historia reciente de nuestra joven democracia se viene gestando así si lo pensamos bien, siendo el ganador siempre el que conquista una mayor porción del tercer tercio. 

Es así como Alberto Fernandez en 2019 por ejemplo, tomando el núcleo duro kirchnerista del 30% aprox, se expande sobre el universo indeciso desencantado de las promesas incumplidas del macrismo, se adhiere a la fórmula del Frente de Todos completando casi la mitad de la totalidad del pastel electoral (48%), ganado así las presidenciales en primera vuelta. 

Vamos más atrás. En 2015, en el único balotaje que registra nuestra historia democrática, Macri y Scioli lucharon con cuchillo en mano por obtener la mayor porción de ese 33% neutro (del cuál un 20% eran votantes netos del massismo “puro”). En una elección general o PASO el fenómeno de los tres tercios está “distorsionado” por la participación de otras fuerzas políticas, pero en un balotaje la ecuación se despeja. Es así como Cambiemos da vuelta la elección en segunda vuelta obteniendo un poco más del 51% del electorado. Es decir, según nuestra teoría de tercios, Macri obtuvo un 33% del antiperonismo, más un 18% de los “neutros”. 

Creo que hasta ahora se entiende el ejercicio didáctico electoral de conservar el tercio y ganar lo más que se pueda del tercio “indeciso”. Sin embargo, si nos referimos a elecciones más antiguas la regla no se cumple, ya que luego del desastre económico y social del 2001, el tercio antiperonista encarnado por la UCR se ve diezmado. Costaría varias elecciones rebalancear esta lógica de tercios. 

Tomemos por ejemplo las elecciones del 2011. En aquel entonces Macri y el PRO no participaron de la disputa presidencial dejando como alternativa “antiK” a la UCR y el socialismo que irían separados en una fórmula liderada por Ricardo Alfonsín y Hermes Binner respectivamente. Esta “anarquía” se reordenará en 2015 con la aparición de Macri en las presidenciales y su coalición como eje antiperonista. 

2023

Habiendo dejado en claro la dinámica de nuestra tésis, vamos al hoy. Venimos hablando de dos fuerzas mayoritarias peleando por el tercio “neutral”, pero en este 2023, ese eje “neutro” tiene nombre, y se llama Javier Milei. El libertario se agencia un sólido 30% del electorado harto de la dicotomía de la grieta K. 

Y todo cambió. Ese tercio “indeciso” toma una decisión libertaria y se corre el eje de K vs antiK, a casta vs anticasta. La complejidad e implicancias de este movimiento no es menor y en buena medida explica la reciente remontada de Massa y su “inminente” victoria final. ¿Cómo sucedería esto?

¿El fin de Juntos por el Cambio?

El tercio antiK encarnado por JxC pierde protagonismo ante la frescura de la semántica anticasta ya que se trata del corrimiento de las responsabilidades políticas hacia los políticos y no hacia un sector político. Sin embargo, esta propuesta antipolítica tiene la inmensa limitación de no saber dar soluciones políticas a problemas políticos ya que se presenta justamente como eso: la antipolítica. 

Para empeorar la situación de JxC, se desencadenó un proceso de canibalización endogámica ya desde la sangrienta batalla interna entre Bullrich y Larreta, y el constante coqueteo de Macri con Javier Milei que terminó en una alianza explícita de cara al balotaje. Se puede hacer un artículo aparte analizando el porqué del declive JxC, aunque básicamente se puede reducir al maquiavelismo de Mauricio Macri queriendo despejar la ecuación de caciques propios para presentarse como una opción presidencial unificada para 2026. 

Parece algo remoto, pero no habría otra lógica de su accionar más que esto que estamos exponiendo. El punto es que el tercio de JxC antiperonista se ve diezmado desde lo interno. 

Massa Presidente (?)

Como dijimos anteriormente, con el frente antiperonista diezmado y con el frente anticasta seriamente limitado, Sergio Massa ve una oportunidad en un contexto por demás desafiante, y la toma. El enfrentamiento dentro de JxC, el histeriqueo de JxC con Milei y toda la pirotecnia que conlleva da como resultado un innovador corrimiento de eje. Ya no se trata de la dicotomía casta vs anticasta, sino una especie de lucha sin rumbo que vuelve a la dualidad K y antiK. Esto no solo representa un evidente paso atrás en la dialéctica electoral, sino un salto al absurdo, ya que, para empezar, no hay un apellido Kirchner en la boleta de Unión por la Patria. 

Milei intenta desesperado deshacer con el codo lo que viene escribiendo en materia discursiva, pero el daño ya está hecho. Tampoco es una brillantez predecir que la política vencería a la antipolítica en un duelo precisamente político. 

Es así como Massa consolida su tercio peronista y empieza a avanzar sobre los otros dos tercios en crisis, sin embargo, ¿es esto suficiente para alcanzar el 51% y ganar en el balotaje contra Javier Milei?

Pareciera que sí. La matemática electoral premia la claridad por sobre la complejidad. Massa sube solo al escenario recordando su antecedente electoral independiente del 2015 (como dijimos fue un 20%), suma el sector progresista encarnado en Schiaretti, Bregman y parte de la UCR y larretismo y la sentencia parece estar dada en la obviedad de la premisa en la que los problemas políticos, evidentemente necesitan soluciones políticas provenientes de políticos profesionales.

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